sábado, febrero 09, 2008

Pigou y yo


La central OTOM tiene un problema residual. No se trata de nuevo de la producción de CO2 sino esta vez de palabras mayores: los contaminantes biológicos. ¡Y es que nuestro contenedor de basura no da abasto con tantos pañales sucios!

En nuestro municipio el sistema de basuras está organizado de la siguiente manera: en cada manzana hay contenedores de cristal y recipientes para pilas/baterías, y cada vivienda recibe un contenedor azul propio para papel/cartón, bolsas de basura amarillas para embalajes (y en principio para todos los materiales punto verde) y finalmente otro contenedor (negro) propio para el resto de porquerías.

Cuando te empadronas decides el tamaño de los contenedores que vas a alquilar y te dan varios rollos de bolsas amarillas. Las bolsas amarillas son gratuitas y puedes reponer en el ayuntamiento siempre que quieras. Las recogen llenas de la puerta de tu casa cada dos semanas, da igual cuántas hayas gastado.

Luego hay contenedores de papel de 120, 240 y 1100 litros, y pasan también a vaciártelo, pero sólo cada cuatro semanas. El alquiler del contenedor de papel es gratuito, así que te puedes llevar el tamaño que te apetezca, aunque si tiras por lo alto vas a tener un paquebote azul en el jardín bastante poco estético. Nosotros tenemos el de 120 litros y sólo llegamos a llenarlo cuando es Navidad (con los papeles de los regalos).

Y por último está el contenedor negro: éste cuesta dinero, que varía desde unos 6 euros/mes para el de 50 litros hasta los 30 euros/mes para el de 240 litros. Nosotros hemos tenido siempre el de 120 litros, que se vacía cada dos semanas, y nos bastaba... hasta que ha llegado la producción de pañales por partida doble. Evidentemente, antes de desembolsar más pasta por un contenedor mayor (de 120 l pasan directamente a los 240 l) pruebas con un par de estrategias alternativas...

Lo idea inicial es siempre confiar en la bondad del género humano: "Dejaré estas bolsas de pañales aquí al lado del contenedor y seguro que el comprensible señor basurero, que también habrá sido padre de familia, se las llevará, que no le cuesta nada". ¡Hasta luego, Lucas! El contenedor negro te lo vacían, pero las bolsas acompañantes se quedan en fila delante de la puerta de tu casa como las dejaste por la mañana. Resignado, las metes por la tarde en el contenedor (ahora vacío) y piensas que ya les llegará su turno dentro de 14 días.

Acaba de comenzar la nueva quincena y tienes un offset de 5 bolsas: el contenedor ya está casi a medias. Presionar las bolsas hacia el fondo del contenedor con la mano ayuda siempre hasta cierto punto. Pasado ese momento, puedes mejorar un poco más la eficiencia de empaquetamiento sólo si te metes en el cubo y presionas las bolsas con los pies. Salta un poco. Hazlo mejor por la noche, para que no circulen rumores extraños en la vecindad. Eso también funciona sólo hasta un determinado momento. Luego revientan las bolsas y hundes los pies en la mierda (sic). Para de saltar. Ya lo sabes para la próxima vez.

Una nueva semana comienza, quedan siete días para la nueva recogida y ya no hay más posibilidad de compresión. Las bolsas están reventadas y apestan. Podrías empezar a meter basuras en los contenedores de los vecinos. También podrías tomarte alguna licencia artística y meter por ejemplo los pañales en el contenedor de papel (celulosa es celulosa, ¿no?). Y delante de casa tengo un descampado... hmmm... ¿no se podría...?

Afortunadamente el ayuntamiento vende sacos (también negros) de 60 litros para situaciones de emergencia y que sí que son recogidos por el comprensible señor basurero, pero que también cuestan dinero: 4 euros la pieza. ¡Ah! Y estos sacos están especialmente rotulados para que no sean fáciles de falsificar.


Si uno se fija el sistema de recogida bonifica a los que más basura reciclan y pena a los que meten todos sus desperdicios sin reflexionar en el contenedor negro. Y es que es precisamente cuando te rascan el bolsillo cuando piensas: "Marcos, ché, no seas comodón: no tires el envase de yogur sucio en la basura, sino enjuágalo y baja al sótano a meterlo en la bolsa amarilla, para que quepan luego más pañales en el contenedor".

Y lo que los expertos saben desde hace más de un siglo, lo que enseñan el el primer curso de Económicas, lo he aprendido yo ahora con mis más de treinta tacos en las propias carnes: que es bien posible corregir externalidades negativas de una actividad de mercado por medio de impuestos.

3 comentarios:

Fernando García dijo...

Se nota que eso es Alemania y no España. Aquí tu equivalente utilizaría el contenedor amarillo, el azúl, el del vecino, las papeleras de la calle y por supuesto el descampado.
Los impuestos son útiles para la gente mínimamente decente, para el resto hacen falta policias.

Ana desde Suecia dijo...

Y los pañales de tela? Por aquí es lo último en comportamiento ecológico. Luego se lavan a 60grados, pero la electricidad viene de una central nuclear, no?

Marcos dijo...

Fernando: La solución no son policías, no hay bastantes ni puede haberlos nunca. Educación, educación y educación.

Ana: La comadrona intentó "comernos el coco" con los pañales de tela. Con Johann llegamos a probarlo, pero hija, es que son un engorro...