viernes, enero 28, 2011

De Stijl

Una vez ha pasado la fase de los garabatos comienza a partir de los cuatro años la etapa pre-esquemática en el dibujo de los niños. Las líneas sin sentido evolucionan hacia formas reconocibles, siendo habitualmente el primer símbolo dibujado una persona. La cabeza es un gran círculo, y enormes ojos y boca representan la importancia de los sentidos. De ella salen palotes en varias direcciones, que representan las extremidades y que le dan al dibujo un aspecto de renacuajo o de cefalópodo.



Sin embargo, el agente J ha decidido pasar rápidamente de esta etapa -por qué no decirlo, ciertamente transitoria- del arte infantil y embarcarse directamente en la corriente del neoplasticismo, en un intento de representar la totalidad de lo real, expresar la unidad de la naturaleza, que nos ofrece apariencias cambiantes y caprichosas, pero que, sin embargo, es de una regularidad absoluta:



Estoy seguro de que pronto este dibujo valdrá más que el famoso Mondrian.

viernes, enero 21, 2011

Conducción segura


Ya sólo tener que haber escuchado en el pasado una y otra vez esporádicas críticas desde el asiento del copiloto sobre mi peligroso estilo de conducción hubiera sido motivo suficiente. Si además añadimos que un vecino me había dicho que "me lo iba a pasar bomba" y que encima me llegó como regalo de cumpleaños, podéis imaginaros las ganas que tenía de asistir: un curso intensivo de conducción segura del Club Alemán del Automóvil.

El curso tenía una duración de ocho horas en un moderno centro de entrenamiento cerca de Gründau (a una hora de distancia de casa).


Ver mapa más grande

Nada más llegar a la recepción fue la pregunta de si deseo un seguro a todo riesgo para el entrenamiento la que me hizo que me entrara el primer cosquilleo en el estómago. Al parecer los seguros habituales tratan de escaquearse de eventuales incidentes alegando que un entrenamiento no entra en la cobertura de su póliza. "¿Cómo de necesario suele llegar a ser?", pregunté. Me tranquilizaron diciendo que los espacios son lo bastante abiertos y las velocidades máximas están bien calculadas para que el vehículo siga intacto aunque no lo pilote un Carlos Sainz.

El curso estaba reducido a doce participantes, cada uno con su propio coche y con un receptor de radio continuamente encendido a través del cual el entrenador nos iba dando instrucciones de forma personal. Con el receptor escuchábamos también sus comentarios a todos los demás participantes, pero no podíamos contestar. Y así, chano chano, a lo largo del día fuimos absolviendo varios módulos (que corresponden a las distintas áreas en el mapa).


El cursillo comenzó con un poco de teoría acerca de la postura ideal de conducción (desde el punto de vista de la seguridad, que no coincide con el de la comodidad, vaya) y sobre la importancia de la orientación de la vista. Para practicar estos puntos hicimos varias rondas de slalom sorteando conos, y se demostró que requiere práctica el no quedarse mirando un obstáculo, en vez de concentrar la vista en la trayectoria a seguir con objeto sortearlo.

A continuación, algo teóricamente tan sencillo como practicar frenados de emergencia a distintas velocidades (30, 50, 70 km/h) fue al parecer una cosa que no todo el mundo hacía correctamente. Mayoritariamente eran mujeres las que no pisaban el freno de manera suficientemente explosiva, aunque fue un hombre el que dijo que no lo hacía porque le daba miedo romper el pedal. "¿Hay que desembragar o dejar embragado?" fue la pregunta de un listillo. Los frenados los practicamos de momento en línea recta, primero sobre asfalto normal (regado contínuamente con unos aspersores para desgastar menos el neumático), luego sobre una superficie lisa y más deslizante (son las áreas de color blanco en la imagen de satélite) para simular frenados sobre hielo/nieve y finalmente, y para experimentar, con la mitad izquierda del coche sobre la superficie lisa y la mitad derecha sobre el asfalto, tanto sosteniendo firmemente el volante como dejándolo moverse libremente.

El siguiente módulo consistía en sortear obstáculos inesperados sobre la superficie deslizante sin frenar y volver después a la trayectoria original. Los obstáculos inesperados eran murallas de agua que salían del suelo, disparadas automáticamente por un sensor que reaccionaba al paso del automóvil. Las murallas dejaban un hueco en una posición aleatoria por el que podías pasar si eras bueno de reflejos (y si te atenías a la velocidad recomendada por el instructor). El objetivo de este módulo era el aprender a reaccionar de manera ajustada a la situación, sin sobrereaccionar con un volantazo que hiciera imposible después volver de manera estable al curso inicial.


Después de una pequeña pausa de treinta minutos para comer algo en el bar vino el "ahora todo a la vez", es decir, frenado de emergencia y tratar de controlar al mismo tiempo el coche y sortear el obstáculo. Os digo ya que esto es absolutamente imposible de hacer si el coche no dispone de ABS (como el viejo Opel Corsa de uno de los participantes): las ruedas se bloquean y el coche no responde a la dirección. En ese caso un trompo suele ser el espectacular resultado de la maniobra.

Próxima estación: una rotonda (superficie deslizante y humedecida) que tomábamos con la mayor velocidad posible para experimentar los efectos del sobreviraje y del subviraje. Con mi coche (tracción delantera) pude comprobar en mis propias carnes cuándo aparece el subviraje y aprendí a retomar el control quitando gas y dando un golpe seco y corto al freno. Únicamente en un BMW con tracción trasera pudimos observar desde la grada el sobreviraje, y eso sólo después de que su respectivo conductor desconectara el ESP. Cuando me tocó a mí desconectar el ESP, me di cuenta de que el coche se comportaba de manera distinta, más "desbocado" y fácil de llevar al subviraje.


Por último, y para deleite de todos los que no habían derrapado en la rotonda con las ruedas traseras, hicimos varias pasadas sobre el "disco de aceleración": Una plataforma circular, de unos seis metros de diámetro, con propulsión hidráulica que acelera el eje trasero de un vehículo en marcha de manera perpendicular a su dirección de movimiento cuando éste pasa por encima. Este ejercicio trata de hacer patinar el coche y simular así p.ej. un reventón en un neumático trasero.


Bueno, pues aquí estoy. Sobreviví los derrapes, frenazos, el reventón, el hielo y la nieve sin incidentes. Lo que me dejé allí son varios litros de gasolina, pastillas de freno y caucho de los neumáticos. Lo que me llevo es un sábado de diversión, algo de experiencia en situaciones de conducción poco habituales y una inevitable sensación de tranquilidad y admiración por las tecnologías de seguridad instaladas en los autos modernos (como ABS y ESP). No puede quejarse uno del precio del evento (145 €) teniendo en cuenta que dura un día completo, diploma incluído, y viendo que un curso comparable del RACC en España cuesta unos 250 euros/día. Si tuviera que criticar algo sería el elevado número de participantes: doce personas significa tener que esperar a que otros once hagan su ronda para estar de nuevo en la pista, y la espera al volante se hace larga. A mi juicio el umbral de la impaciencia se alcanza con diez participantes y ocho sería el número ideal.


El diploma lo llevo desde entonces en la guantera para poder enseñarlo cuando algún tripulante de mi coche tenga en el futuro la necesidad imperiosa de abrir la boca :-)

domingo, enero 02, 2011

¿Demasiados juguetes?

En el suelo del comedor están el garaje y el establo que les trajo el niño Jesús en Nochebuena... y con lo que se entretienen estos niños hoy es con un árbol de perchas de la ropa.