domingo, julio 25, 2010

Recensión: Dyson Airblade



Hace un tiempo (creo que fue en el Technik Museum Speyer) que tuve ocasión de probar el famoso secamanos Dyson Airblade y desde entonces que quería escribir algo acerca de la experiencia, que tengo que decir que no fue muy satisfactoria.

Por una parte antes de meter las manos hasta las muñecas en un secador que lleva en el nombre algo de "blade" y que bien podría ser una guillotina o algo peor, tienes que sobreponer un par de miedos atávicos. Una vez has demostrado suficiente autocontrol para seguir adelante viene la prueba del pulso: meter las manos por los laterales o por arriba sin tocar las paredes interiores del aparato es complicado, y más cuando cuando crees que ya lo has conseguido y una racha de aire frío a 640 km/h te pilla por sorpresa. Tocar las paredes significa tener que empezar desde el principio1 y volver a la pila para lavarse las manos de nuevo. Por un momento me vi envuelto de manera involuntaria en una especie de partida a "Operación MB Juegos" en unos lavabos públicos. La ventaja del Dyson (secar las manos en sólo 10 segundos, en vez de los 45 de un secador convencional, y con menor consumo de energía) se echa a perder si hay que repetir el procedimiento de lavado más de una vez con un tiempo mínimo de enjabonado recomendado de 20 segundos.

Resumiendo, cuando vuelva a ver uno de éstos me secaré inmediatamente las manos en las perneras del pantalón.

1 Un pequeño T.O.C., no os preocupéis, pronto lo superaré.