De hippie a chic
"¿Un parvulario en medio del bosque? ¿Sin paredes ni techo? Demasiado alternativo para mi gusto". Eso es lo que habría contestado si me hubierais preguntado hace unos días sobre el tema. Pero... ¡ay!, la Sra. Tempora-Mores decidió sin más apuntar al primogénito a un intercambio entre el parvulario normal y el del bosque. Y allá ha ido "Indiana" J toda esta semana, con sus botas de agua, su mono impermeable, abrigo, gorro y guantes, a pasar la mañana al aire libre. El lunes, lluvia; el martes, viento, lluvia y frío; el miércoles algo de nieve, que no cuajó, y más frío; sólo el jueves estuvo despejado. Para guarecerse los veinte nanos y las dos cuidadoras cuando la cosa se pone peligrosa, una pequeña caravana con calefacción. Y el resto del tiempo (aunque llueva un poco o estén a bajo cero) a la intemperie: amontonar rocas, berrear, construir cabañas y descansar, escalar, fisgonear agujeros, gatear y husmear, investigar senderos, jugar al escondite, lanzar palos, mover troncos, nombrar insectos, orinar en los tocones, protegerse de huracanes imaginarios, querer saltar más alto que los demás, recoger raíces, sentarse en el suelo en círculo y cantar, trepar como los monos, untarse las manos con barro y vigilar los agujeros de los topos1 son las actividades que componen el programa diario.
Los parvularios del bosque nacieron en Dinamarca en los años cincuenta y se extendieron rápidamente por los países escandinavos, donde abundan más que en el resto de Europa. El primero en Alemania se fundó en 1993 y a estas alturas hay más de 350, uno de ellos en Usingen.
Según algunos estudios, los niños que han visitado un parvulario del bosque tienen ciertas ventajas con respecto a los que han estado en un parvulario tradicional al llegar a la edad escolar:
* Mejor capacidad de concentración, motivación y aguante que el resto
* Unas mayores habilidades sociales y mejor capacidad para resolver conflictos de manera pacífica
* Mayor colaboración en el transcurso de las clases
* Una fantasía y creatividad más acentuadas
* Mejores notas en ciencias sociales y ciencias naturales
Por todos estos motivos beneficiosos, en la clase burguesa alemana en vez de hippie, empieza a ser incluso chic llevar a tu hijo al parvulario del bosque. Otras de las presuntas ventajas de los parvularios del bosque mencionadas en el artículo de Wikipedia no se pueden demostrar científicamente (como el disfrutar los niños de más habilidades deportivas o de ser en general más tranquilos). Y por otra parte, niños provenientes de un parvulario tradicional podrían tener, por ejemplo, habilidades motoras en manos y dedos más desarrolladas que los niños del bosque (¡claro, todo el día los pobrecillos con las manoplas puestas!), lo que teóricamente influiría de manera negativa en sus notas de escritura.
Bueno, ¿realmente es mejor para el futuro escolar de tu hijo llevarle al parvulario del bosque? Antes que nada, recuerda: correlación no implica causalidad. Quizás haya una causa común, que hace que los padres lleven a los hijos a parvularios del bosque y al mismo tiempo que los niños saquen mejores notas en la escuela. Lo cual me recuerda a la entretenida demostración de Levitt y Dubner en Freakonomics: para las notas de la escuela, no importa si el niño ve mucha TV en casa o no, si la madre trabajó mientras era un bebé o se quedó en casa, o si llevas al nano a menudo a visitar museos o no lo haces. No importa lo que hagas como padre, importa lo que eres.
¿Inscribiremos al agente J a un parvulario del bosque? Pues no lo sé aún. Lo importante para nosotros es que el niño esté a gusto. J volvió ayer reconociendo el canto de unos pájaros de los que yo no sé ni el nombre en español y sabiendo distinguir piñas según las haya roído una ardilla, un ratón o un pájaro carpintero.
1 Premio para el primer listillo que escriba un comentario diciendo que faltan K, Ñ, W, X, Y, Z.